sábado, 27 de marzo de 2010

YO SOY ESA.




¿Estar hecho un lío, es lo mismo que no saber qué hacer? Definitivamente no. No querer hacer nada tampoco. ¿No querer hacer nada, es peor que no poder hacer nada? Probablemente sí. Seguro que sí. Todos podemos hacer algo por este bosque de hormigón cuajado de realidad.

Soy un ser que no quiere hacer nada, y no puede, lo he vendido todo, hasta mi dignidad, con tal de no atenerme a ningún horario, ni disciplina. La justicia y la racionalidad nos necesitan, si deseo estar vivo debo responder.

Ningún animal mata por amor, ni por posesión, los animales cazan no asesinan.

No tengo poder ni Fe, poder y Fe. No sé si compensará vivir sin espíritu de lucha, la Fe es un error, te hace creer en el futuro y no te deja actuar, la Fe y el poder no actúan.

El poder y la Iglesia siempre se han llevado bien, como las putas y los poetas, como el café y la leche, la mala leche.

El dolor es urbano y excesivamente actual, el dolor y la barbarie no pueden ser un apartado de actualidad.

La ciudad siempre tiene cosas que ver y gente con la que hablar de nada y de todo, gente de una belleza solo equiparable a la misma ciudad. Pero en fin, no quiero distraerme. Las ciudades son fábricas de dolor y risas cotidianas tendemos a agruparnos para ser espectadores de la indiferencia ajena. Nunca estuvimos tan cerca y fuimos tan indiferentes.

Dudar sobre la vida es morir despacio. No actuar por miedo a los demás es morir despacio. Las mujeres que no actúan por miedo mueren cada día un poco.

Vivía en la Europa consumista, esto me ha convertido en un cobarde; pero esa Europa en realidad no existe, así que yo tampoco tengo claro si existo, Europa no existe. Existe el Euro. El espanto me ha vuelto perplejo, y la perplejidad inactivo, soy una piedra.

Europa no existe, pero la crean, la recrean, cada mañana sus visitantes, sus presupuestos, su centralismo, su vanguardia subvencionada, sus trabajadores, sus ocupantes, todos observan, trabajan, se ríen, se van.

Europa es un acuario donde tomar café y copas, un acuario donde mujeres de madera de boj se hunden buscando el éxito, donde las maderas nobles, las que más pesan se hunden, donde solo flotan sin ahogarse mujeres de corcho, con cerebros de corcho.

Europa fue un lugar moderno y liberal, ahora es burgués y obsesa a donde llegan especies de todo el mundo.

Mujeres junco que se adaptan a los vientos del capitalismo, mujeres seta que se reproducen por esporas, mujeres sin raíces, con las raíces sangrando por la deuda externa de sus países de origen.

Lo más atractivo del mar suele ser lo más peligroso, aunque como en el mar, Europa tiene estrellas, y ostras con perlas, perlas criadas en cautividad, y delfines, y calamares con mucha tinta, demasiada. En Europa cada mañana corren ríos de tinta informativa que como este acuario, también tienen algo de mentira.

Realidades de acuario, bosques talados sumergidos en acuarios.

Tengo mucho tiempo y pocas ganas. ¿Qué es más real? ¿La belleza o la miseria? Las mujeres reales huyen del artificio, del insulto, de la agresión.

No lo tengo claro, aunque lo que sí tengo claro es que de ser la miseria una realidad, es una realidad creada, la miseria no existe en la naturaleza, no hay ciervos miserables, ni flores miserables. Lo que si hay es mucha belleza. La miseria es una realidad creada, un artificio más como este acuario, como Europa y la hemos creado todos con nuestra indiferencia. Europa es una provincia de Estados Unidos. Una provinciana más del Universo.

Europa es una ciudad, las ciudades son femeninas, por eso hay que tenerles respeto, por eso yo los quiero.



Las ciudades son mujeres y dan a luz cada mañana, miles, cientos, millones de realidades.

Cada cual con la suya. Sí mujeres que siempre te ofrecen el alma y luego te dan la luz, de las que no te dicen nada y te lo cuentan todo. Este acuario también es Europa. Y está lleno de mujeres árbol, llenas de anillos, y que muestran sus experiencias y nos aportan la dimensión de lo que somos. Sin mujeres no seríamos.

Yo estoy dentro compruebo que se está rompiendo que lo están talando una Europa que asesina, que mata a sus mujeres, a sus madres.

Esas mujeres árbol que se convierten en sillas para que otros se sienten…

Mujeres armario que se lo guardan todo. Mujeres mesa que soportan el peso cotidiano, que tienen cuatro patas para guardar el equilibrio de la familia, mujeres vitrina todo el día expuestas, mujeres espejo reflejo de un hombre hostil, mujeres barco que naufragan todos los días junto a un mar sin orillas mujeres puerta, para golpearlas a portazos, mujeres de madera de álamo, de roble, de olmo, de castaño, de iroco, de abebay, de pinsapo, de arce, de pino, y tantas de plástico.

Una mujer no debe ser asiento de nadie, hay mujeres que tienen las raíces muy profundas y buscan agua muy lejos, en otros países, en otras realidades, en otros contextos, mujeres secuoya, enormes con mil años y mujeres sauce llorón, mujeres llorando hojas de información.

Mi madre estaba tan perdida que decidió encontrarse a escondidas, sola, buscando en sus raíces, cansada de que la talaran y convirtieran en leña para fabricar cualquier figurita anodina, la muñeca de moda que impone el sistema, mi madre murió cansada de las amputaciones…

Y es que una mujer no cree en la paridad, por que una mujer no es una especie protegida ¿Por qué entonces se tienen que crear normas para protegerlas? ¿No sería mejor cambiar el mundo? ¿Dejar de talarla como leña para seguir manteniendo las calderas de este club de machistas siempre encendidas?

No toques el desagüe o nos despertaremos. Yo estuve y no volví, me quedé. No camino más. Me quedo en Buenos Aires, aquí hasta el final y a la cuellilarga de tu prima, dile que no. Que no me dijo la verdad sobre esta ciudad porque no la hay, hay mentiras, muchas mentiras que limpian las calles cada mañana. Y venden pisos y autobuses rojos y azules con grafismos surcan céntricas avenidas.

No basta con reconocer que el bosque arde, hay que apagar el fuego, hay que repoblar este talado bosque de mujeres de madera.

En los tejados de tela asfáltica, perros ladran al pasado glorioso para que vuelva, y al pasado terrible para que huya, y perros esquimales ladrando y en otros de ladrillo rojo una india tiende. Hay un pequinés atrapado en un balcón con barrotes de reja y una silla de plástico. Desde el colchón de mi habitación, veo el congreso, estoy desnudo y me masturbo. No la tengo grande, sin embargo esta ciudad si que lo es, mucho. Me imagino que habrá de todo, hasta asesinatos en este momento. Cuanta gente muriendo en este momento, 20, 50, no sé. Cuantas mujeres de madera derramando el aserrín de la vida por no ser valientes, por no tener ayuda. Todos un poco y algunos mucho, ninguno del todo. Más autobuses rojos y azules. Taxis amarillos y negros. Colectivos naranja butano. Escolares bellos y viejos. Amanece ya picos y cúpulas, copulas y picos, picotazos. Ropa tendida, cornisas trabajadas, principio de siglo, principio de milenio.

No puedo ser feliz tengo demasiada información.

Esperamos sentados en el borde, soluciones para Sudamérica. Más y más, nunca se acaba, me acabo yo, se acaba este folio, se acaba el tiempo de consenso.

Noticias cotidianas de una negrura inconfesable, el espanto nos acompaña con excesiva cordialidad.

Conozco a una amiga de una amiga que mató a su marido harta de los maltratos. No quería engrosar la lista de la estadística, una mujer muerta cada cuatro días victima de su pareja, una mujer quemada usada y sin tronco, hecha leña, hecha fuego. ¿Las recuerdan? Maria, Carmen, Susana, Ángela, Pepa, Laura. Las mujeres piensan las cosas, son menos violentas, no estaría mal dejarles el uso de la política un rato. Las mujeres saben lo que duele y lo que cuesta crear una vida, por eso la respetan tanto.

Yo quiero ser feliz, no puedo serlo pues esta casa me lo impide, esta silla. Quiero buscar la postura (se cambia de posición) y no la encuentro. Me arrodillo (se arrodilla), me levanto (se levanta). No puede ser feliz porque tengo información.

No creo en el amor. Para creer hay que crear, crearlo. Yo no soy un creador. Estoy muerto, hace años que lo estoy. Solo me dejo llevar, no controlo, no hay nada que controlar. Voy, trabajo, vengo, duermo. Pero veo que no estoy solo, hay más muertos.

El mundo es una sala de espera de premuertos. Argentina es una adolescente violada, maltratada, vejada y agonizante. 15 millones de pobre vivos y 15 millones de muertos que no hacen hada. Hoy es mejor un muerto que consume que un pobre vivo.

La unidad le dan las marcas, la estética ya no es ética, la ética no existe, también esta violada y vejada (se sube en la silla). Desde aquí diviso Madrid y Málaga y Madeira y Moscú y todas las ciudades que empiezan por M de Mujer, por M de madera, de mar, de mujer que flota, que no se hunden aunque las amputen, aunque la ablación de la mente las reduzca a reclamos publicitarios. Mi madre es una mujer.


Yo quiero ser una mujer que defiende su opinión. No deseo hacer aquello. Mi amiga está viva, eso me gusta. Valoremos las palabras, pensemos en ello. Argentina huele a pizza, el campo es enorme, Buenos Aires es aun más grande, las ciudades son hembras que cobijan, que dan vida, que ayudan.

Yo me canso, no sé qué decir, me aburro, y me voy, y no lo veo, no lo veo, no lo veo, no lo veo.

(Cuando Serafín termina su monologo, desaparece, así como la pantalla. Serafín sale por donde ha entrado, se ilumina el telón que ahora tiene más muebles y más objetos. Anselma viene de su habitación con un libro en la mano y se sienta. Esta leyendo La noche de la iguana, mientras escucha a Nacha Guevara en un pequeño compacto. Suena Mi ciudad, está sola y lleva el pelo suelto. Parece más joven, esta mayor en cualquier caso que es otra persona, una persona más feliz) (tararea y lee abstraída, mira su reloj de pulsera, y el teléfono, pero se olvida de lo que sea).

Anselma (en silencio, mueve la cabeza al son de la música, está sentada en una silla y los pies se le van, la sonrisa subraya su rostro) se escuchan las llaves en la puerta. Anselma baja la música y mira expectante la puerta de entrada.


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