miércoles, 18 de noviembre de 2009

Agustín Alezzo-Augusto Fernandes: A la cabeza y a los premios


Augusto Fernandes, mi maestro y Agustín Alezzo de quien aprendí en Sevilla.

Augusto Fernandes y Agustín Alezzo: la dignidad artística no entra en competencia.


Decir Agustín Alezzo o decir Augusto Fernandes es hoy, en la Argentina, ponerle nombre propio a la dirección teatral. Y resultaría difícil "si no caprichoso" determinar cuál de los dos es el mejor. Sin embargo, la reciente entrega de los Premios ACE al teatro, para los cuales ambos integraban la terna a la mejor dirección, instaló la polémica al distinguir a Alezzo por Master Class, relegando a Fernandes por El relámpago. Si bien se trata de dos excelentes espectáculos, algunos sectores del medio teatral discreparon con la elección. Empezando por el premiado Alezzo, quien, desde el podio y con la estatuilla en la mano, dijo ser el primer sorprendido, ya que estaba convencido de que el premio recaería en su compañero de terna.

"¿Hay lugar, en la Argentina, para que el más grande director teatral no sea uno sino dos?

"Precisamente "interviene Fernandes", el problema pasa por este asunto de la competitividad. Puede que se trate de un problema argentino. Nosotros tenemos que tener el mejor boxeador, el mejor jugador de fútbol. Es una manera de evaluar con espíritu deportivo.

Alezzo permanece silencioso un rato, aplasta el segundo cigarrillo en el fondo del cenicero y, con el murmullo de quienes juegan billar en el viejo Tortoni, como fondo, aporta casi con desgano: "Debe ser un problema sociológico, no sé".

Si bien la exuberancia expresiva del perdedor Fernandes contrasta con la sobria parquedad del ganador Alezzo, reunirlos a ambos en un lugar cargado de recuerdos de la bohemia y la cultura porteñas genera un clima amistoso, donde prevalece el sentimiento de saberse pares. Es que Fernandes y Alezzo comparten unas cuantas cosas más que un bien ganado prestigio en el mismo oficio.

"¿Cuál es la importancia de un premio? ¿Estimula la creatividad? ¿Halaga la vanidad?

"Puede tener efectos diferentes en cada caso. A mí, esta vez, me produjo una sorpresa total. Estaba seguro de que lo iba a recibir Fernandes y me parecía justo que así fuera "responde el director de Master Class".

"Yo, en cambio, que todavía no vi Master Class pero sospecho que debe ser un espectáculo muy bueno, fui preparado para una cosa así. Creo que te lo dije, ¿no, Agustín? Estaba seguro de que se lo iban a dar a Leonor (Manso). Porque si a vos te lo habían dado el año pasado por Danza de verano, la lógica era que se lo dieran a ella, que había debutado tan bien con Esperando a Godot.

"Es extraño, Fernandes, que usted estuviera tan seguro de no ganar. Porque su espectáculo El relámpago tuvo excelentes críticas y una respuesta de público asombrosa. ¿No es una cábala?

"No precisamente, pero algo de eso hay. Todo el mundo sabe que yo soy un estudioso de la astrología científica y me interesan mucho esas cuestiones. Sabía que este año, con Saturno en Aries, iba a ser difícil para mí. Que iba a ser muy rico en experiencias y que me iba a dejar un gran aprendizaje. Pero que nada lo iba a obtener fácilmente.

"­Pero si era un premio cantado, ese! "casi se indigna Alezzo". El trabajo de Fernandes en El relámpago es de gran creatividad, sobre una obra tremendamente difícil. En cambio, el trabajo que yo hice en Master Class es una obra para una gran actriz que no se puede hacer de ninguna otra manera que como yo la hice.

Fernandes se ríe moviendo la cabeza hacia ambos lados con gesto de este tipo no tiene remedio. "A mí no me llama la atención la actitud de este hombre" "dice, refiriéndose a todas luces a la nobleza de alguien con quien, razonablemente, podría rivalizar". Pero son otras las leyes en esta partida.

La propia opinión



"Es que yo vivo en contacto con mi trabajo. Hago lo que quiero. Cuando no quiero, no lo hago "dice Alezzo, como justificándose" y creo que Fernandes tiene la misma actitud. Yo puedo asistir a una entrega de premios, si estoy invitado, pero no suelo frecuentar esos espacios donde se brinda y se come y se dan y reciben elogios."

"¿Por timidez?

"Porque me aburro muchísimo. A mí me gusta invertir mi vida en las cosas que me gustan, como ensayar, enseñar, reunirme con la gente que quiero. Y no me gusta dilapidarla. Es nada menos que mi vida.

Por su parte, el director que en el mismo año que montó El relámpago, de Strindberg, acaba de estrenar La gaviota de Chéjov y que tiene planes futuros para Buenos Aires y para Europa, se hace tiempo, también, para reflexionar sobre el fenómeno de la recepción. Es decir, sobre los efectos del espectáculo en los distintos públicos y en cada espectador individual. "Ocurre que no es igual el público del jueves que el del domingo; están los públicos que se ríen, en la misma escena de la obra en que otros públicos permanecen concentrados y en silencio. Y un crítico debería tener en cuenta esas cuestiones".

"¿Creen que el público da a las críticas mucha importancia?

Fernandes responde recordando que en La gaviota, que Chéjov escribió hace 100 años y él montó recientemente, ya se dice, por boca de un personaje, que a los críticos no hay que hacerles caso. "Pero eso me parece triste también. Porque hay un público que cada vez más depende de la crítica, y atiende cuántas estrellitas o clarincitos tiene. Alezzo, por su parte, considera que el lector no pasa de mirar esa calificación, que invita "a encasillar un hecho artístico como bueno, malo, regular".

"¿Pero, sabe una cosa?", agrega Alezzo con discreción, bajando más el tono de la voz. "A mí, la única opinión que me interesa es la mía. Si algo me salió mal porque no pude o no supe hacerlo mejor, aunque nadie lo advierta me voy a sentir mal. Y si sé que hice lo que tenía que hacer, no me ocupo de lo que dicen los demás."

"El juicio que importa es el de la conciencia ¿no?" "arrima Fernandes".

"Eso", firma Alezzo.




Clases Magistrales Juicio a la crítica



Olga Cosentino

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