lunes, 23 de noviembre de 2009
Tan caro como vivir, pero más rentable que sufrir.
Nunca pensé que tu muerte me pudiera traer tanta paz.
No te enseñan a defenderte de los seres a los que quieres, de los seres a los que amas. La educación y la vergüenza son el peor defecto que tenemos las mujeres… ¿vergüenza de qué?
La educación hecha con palabras, con letras, las letras son unas cochinas, las letras con sangre se borran de la conciencia, las denuncias son lo que queda… Vergüenza tendría que darnos no denunciaros.
¿Te gusta como ha quedado todo? Si ya sé que estoy ridícula aquí, vestida de dignidad, de valiente… pero no soy yo, soy otra y no sé como vestirme ni como comportarme ¿Cómo se viste y se comporta una mujer que ha matado al hombre que la ha maltratado durante años?
Mi cobardía casi me mata pero mi locura me ha salvado y aún después de todo, te sigo excusando y me sigo culpando.
No te veías. Te ponías negro, no eras tú, estabas todo el día fuera de ti, y luego no te acordabas, y a pedir perdón; cuando perdón imperdonable, daba lástima verte, lástima; y yo todo el día rezando, que de tanto rezar dejé de creer, rezaba por todo, pero sobre todo para que encontraras trabajo y no te pasaras todo el día en el bar; pero de nada servía, Dios no tenía oídos para mí, no los ha tenido nunca…
Y luego tú, lleno de buenas intenciones me prometías cambiar, y yo que no tenía valor para dejarte de amar y reconocer que mi vida era un fracaso, te perdonaba, pero el cambio no llegaba nunca, porque la convivencia es un campo de minas y yo lo llené de buenas intenciones. Así acabé, manca, tuerta, y coja de razones, sin conciencia de mí misma, sorda de la razón. Pero yo no podía más. Paco, tus hijos no soportaban aquello.
Por cierto, María está trabajando de secretaria en el astillero, la ha metido el hijo del dueño, están saliendo sabes, ahora se dice así; salir, salir, salir ¿de donde? Si desde que nacemos no hacemos más que entrar…
Si Paco, si, entrar, entrar en esta sala de espera de premuertos que es la vida, entrar en el amor que no es más que una trampa biológica para asegurar la procreación.
Paco, ni muerto consigo olvidarte, ni odiándote consigo dejar de venir aquí, ni recordando lo hijo de puta que fuiste logro limpiar mi conciencia. El mundo está hecho para los cabrones, a todos los hijos de puta les reserva la historia un sitio de honor (Hittler, Franco, Bushh). (Se sienta) el mundo no tiene sentido…
Es absurdo, absurdo ¿sabes?- no me llega el aburrimiento si no me suicidaba, tampoco me llega la soledad porque tu ausencia lo llena todo, yo quería caerme, estrellarme, arrastrarme por un hombre, por ti, pero todo lo has superado, me superaste. Nos unimos mal, muy mal; ahora pienso que habría sido mejor quererte menos, quererte mejor.
Tu hijo, Serafín, está en Buenos Aires, quiere ser actor; ya sé que lo odias, y que nunca creíste en él, eres un ignorante, un inculto; sin embargo yo pienso que es el único de casa que ha tenido el valor de salir a comprobar si era lo que deseaba ser. Me siento orgullosa de haberlo educado mal, de haberlo apartado de tu catarata de agresión, eres una bestia, te arrancaría si pudiera, si supiera… Él no te odia, te ha olvidado. Pero las acciones se pagan. Ya lo creo que se pagan.
Vaya si se pagan ya lo creo, ya, y la pasividad también se paga, la pasividad se paga con la muerte. Yo buscaba lugares de ocupación donde distraerme, donde evadirme, un bizcocho, la asociación, la misa, la partida, cuestionar a Dios, un paseo con las amigas, vivía muchas realidades pero la mentira estaba presente en todas ellas.
Estoy yendo al psicólogo, ¿sabes?, lo paga el seguro, y el Instituto de la Mujer, que débiles debemos ser, para tener un instituto que nos defiende. Bueno pues el psicólogo me ayuda a explicarme, a romper los nudos que me atan a la angustia. Él dice que la mentira está siempre presente en mi discurso, que tiendo a embellecer mis recuerdos para no ser consciente de lo absurda y desagradable que ha sido mi vida, será cabrón…. ¿Qué quiere también, que me pegue un tiro?
Tengo que aceptarme en mi mediocridad, soy lineal, llegaré a ese punto, tengo que perdonarme, no tengo por qué ser perfecta, de hecho nunca lo he sido, si embellezco mis recuerdos es para justificar mi presente, es un arma, pero me estoy apuntando a mí misma, ya, ya, ya sé que no lo entiendes, tú eres un bruto. (PAUSA). No, no, eres, ¡eres un cerdo! Tenía que haberte matado antes. Tus palizas me convirtieron en dos: una la que vivía, otra la que se inventaba excusas y guardaba recuerdos, una la que se maquillaba, otra la que maquillaba la realidad. Clara y una Clara cada vez más oscura.
¡Qué idiotas somos las mujeres! Y ¡qué hijos de puta los hombres! Bueno todos no…. Tu hijo Serafín es un cielo, un artista, es gay… y la verdad es que no lo entiendo…
¿Cómo le han quedado ganas de hombres después de vivir contigo?
Vive en Buenos Aires en una casa preciosa en el barrio de San Telmo. Él también me culpó por ver las cosas como deseaba que fuesen y no como eran. Tiene razón, hay tanta ceguera en el perdón, que los moretones son el resultado de golpearte con tu realidad; habría bastado con cambiar de realidad, pero yo soy tan bruta…O todo o nada. ¡Qué fácil debe verse desde fuera! Estaba tan cansada de ser, que me conformé con estar. Todo el mundo te decía, si puedes hacerlo ¿por qué no lo haces? Denúncialo, cambia, déjalo, vete. Vete, ¿A dónde puede huir un ser, sin ser? Un muñón, un ser cuyo ser le ha abandonado…
¡Sí!, estoy siendo muy poética y muy cursi, ya lo sé. Lo hago para fastidiarte; recuerdo cuanto odiabas a Manuel, el profesor de literatura de Maria, el de las monjas, el chico de la gabardina roja, y la música francesa y todo porque leía, iba al cine y usaba colonia. Bueno, por todo eso y por el taller literario, el que montó en el pueblo. Siempre me decía lo mismo “Clara, tienes madera de escritora”, fue bonito, yo le hacía caso, y continuaba escribiendo. Era una salida, era el agujero de la olla Express, un fusilamiento a lo cotidiano.
Clara y su madera de escritora, Clara y su madera de mujer. Pero claro, tú, que eres descendiente directo de Ata puerca, no podías consentir aquello, y con la madera de escritora hiciste leña para quemar mi escaso valor. Ahí, justo ahí, empecé a perderte el miedo. Clara la mujer de madera de boj se hundía en sus excusas, en su indecisión, en su enfermiza comprensión.
No, no eran los celos por Manuel lo que te llevó a pegarme una vez más, no, fue el miedo. ¡Sí!, el miedo a que yo cambiara. Miedo a que yo te perdiera el miedo. Miedo a que yo accediera a otra realidad desde la cual divisara la mía, la tuya, desde la que pudiera vomitarte en la cara cada uno de tus insultos, cada uno de tus golpes, los tiranos le tenéis miedo a la cultura. ¡Sí!, el miedo te hace sentir inseguro, el inseguro va siempre a la defensiva, un ser inseguro y alerta que se siente acorralado por la razón, rompe a gritos y puñetazos esa barrera que le hace ver lo bestia que es, que lo cerca como se cerca de un animal.
El miedo mata y paraliza, solo la denuncia te hace libre.
¿Para qué coño vendré? Mierda de conciencia.
Ahora fumo, es la forma más bella de autodestrucción que existe, el alcohol no solo te destruye a ti, destroza todo lo que toca. Los hombres como tú sois peor que el alcohol, sois una epidemia, pero mujeres como yo, vamos a repartir la vacuna, si…una vacuna muy sencilla…la denuncia. Nadie puede talar este bosque de mujeres de madera. Me obligaron a nacer, pero nadie me puede obligar a vivir, nadie, te puede obligar a morir, si ellas no denuncian, lo haremos nosotras.
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